miércoles, 20 de enero de 2010

MI ENSAYO: "ION O DE LA POESÍA"


Sin lugar a duda, Platón es considerado por muchos como un gran filósofo e incluso un magnífico literato debido a sus monumentales obras, en las cuales no solo expresó los problemas que sucedían en su entorno sino que, quizás sin imaginarlo, traslado aquellos a nuestro tiempo y nos ha involucrado ha tratar de buscar respuestas a sus cuestionamientos (acerca de la moral, virtud, valor, poesía).

Un personaje muy mencionado en sus obras es Sócrates. Cuando Platón habla de este personaje, escapa a veces a su raciocinio- tal como sucede con Ion cuando interpreta a Homero-y es que, lo idealiza de una manera tan sorprendente que nos hace imaginar a un Sócrates casi divino y perfecto.

Justamente, haciendo participes a Ion y Sócrates, en el diálogo “Ion o sobre la poesía” nos encontramos ante un cuestionamiento sobre la poesía, en la medida si es un arte, una ciencia o una inspiración divina.

Ion trata sobre la poesía y ese es el tema a la cual nos vamos a abocar. Será acaso un arte el cual nos puedan enseñar o una inspiración divina que toma nuestro cuerpo como instrumento para poder plasmar lo que desee ya que “el poeta ha sido instrumento y se ha beneficiado del canto que sale de sus entrañas, pero se tiene que desapegar del fruto de su inspiración”.[1]

Definir entonces la poesía se torna un poco complicado, digámoslo así, ya que no solo se trata de descubrir que es la poesía sino de donde proviene.

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas

En mi pupila tu pupila azul

¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?

Poesía eres tú.[2]

En estos versos de Bécquer, vemos que para él fue muy fácil definir la poesía, definió en una estrofa sobre lo que Sócrates e Ion discutieron tanto. Pero no es esta definición la que se acerca mas como respuesta a este cuestionamiento, la poesía abarca mas que simples palabras, algo mas que sentimientos momentáneos; involucra una vida ansiosa buscando un fin, pero ¿Cuál es ese fin? ¿Qué es la poesía: una arte, una ciencia o una inspiración divina?

No por el simple hecho de escribir oraciones y rimas diremos que se hace poesía, o en el caso de los rapsodas[3], no solo es necesario aprenderse de memoria los versos para recitarlos, es indispensable vivirlo “porque jamás será buen rapsoda el que no tenga conocimiento de las palabras del poeta, puesto que para los que le escuchan, es el intérprete del pensamiento de aquél; función que le es imposible desempeñar si no sabe lo que el poeta ha querido decir”[4]. Entonces los intérpretes de la poesía deben ser sensibles a las palabras de los poetas; porque hay una gran diferencia entre aquellos que viven la poesía y aquellos que solo lo dicen por cumplir, el mismo estado de ánimo influye en el ambiente y por ende en los oyentes, ya que tanto el poeta como el rapsoda hacen que cobre vida las impresiones, emociones, pasiones, y demás cualidades que integran al ser humano.

Pero será cuestión de solo enfocarnos en una autor en particular para poder sentir toda esa experiencia de vivir plenamente la poesía o es necesario abarcar y conocer diferentes autores; poetas para ser más precisos. Para Ion le bastaba con interpretar y explicar mejor que nadie al más grande de todos los poetas: Homero; mientras que para Sócrates aquello no era suficiente, ya que alguien que solo se enfoca en un solo poeta no puede dar un juicio correcto acerca de cuales son bueno o malos poemas. Como sucedió con Ion, que solo se había especializado en Homero. He aquí algo con el que estoy completamente de acuerdo.

Actualmente se sabe que el conocimiento y el aprendizaje deben ser integrales, tratando de no dejar ningún cabo suelto, y si ello lo llevamos al plano de la poesía, diremos pues que ello implica tratar de conocer a diversos poetas para recién ahí, darnos una idea de su poesía, si es mala o buena y evitar tener juicios a priori y de paso, que nuestro repertorio intelectual se eleve.

Pero que pasa si no nos gusta leer a diferentes autores y nos parece mas bien una perdida de tiempo, se hace presente la pregunta de Ion a Sócrates ¿me dirás por qué, cuando se me habla de cualquier otro poeta, no puedo fijar la atención…y me considero como dormido?, es muy común este tipo de reacciones al leer acerca de algo o alguien que no nos interesa, nos parece aburrido y no porque seamos desinteresados sino que simplemente nos parece muy poco relevante aquello.

Cuantas veces no hemos escuchado alguna conferencia, una clase o visto algún programa el cual nos ha parecido bastante aburrido hasta el punto de quedarnos dormidos. Con la poesía sucede lo mismo. Cuando leemos algún poema difícil de entender o escuchamos algún intérprete cuyos versos caen en un saco vacío al no llenar nuestras expectativas, nos deja de interesar aquello y preferimos mil veces leer otra cosa o estar en otro lugar, para librarnos de aquella “carga”.

Por el contrario, si es de nuestro agrado, quedamos inmersos en ello, profundizamos cada vez más el tema y nos enamoramos de lo que estudiamos o hacemos. Un ejemplo claro es cuando uno está enamorado y cualquier poema de amor le parece bonito, le hace recordar al ser amado; cuando abordamos problemas de la sociedad, aquellos poemas en los cuales se toquen temas referentes a las luchas sociales, pobreza, entre otros; aquello nos parece interesante.

Es por ello que Ion dice que cuando se le cita a Homero, despierta en el acto, y las ideas se le presentan profusamente, precisamente porque Homero es quien le fascina.

En ello casi todos estamos de acuerdo; si algo nos gusta lo tomamos y si algo nos desagrada, lo dejamos.

Y ¿Por qué se da ello? ¿Por qué preferimos a algunos poetas y a otros no?

Sócrates le dio una respuesta a Ion y es que éste no era capaz de hablar sobre Homero, ni por el arte, ni por la ciencia; esto entendido de la siguiente manera: si la poesía fuera arte se podría enseñar y por ende, existirían maestros que cumplan aquella labor; pero no los hay. Y si fuera ciencia, habría leyes que rigieran cómo la poesía se pueda crear, pero no existe ninguna ley ni reglamente que justifique la creación de la poesía. Con ello rescatamos que la poesía no es arte ni ciencia. Entonces si la poesía no es arte ni ciencia ¿Qué es?, que es lo que mueve a Ion y a cientos de personas a despertar de un estado de letargo cuando escuchan algún poema o tema intrascendente para llegar incluso a la euforia cuando un poema le parece trascendental.

Sócrates dio una respuesta a Ion, la cual comparto, al decir que una cadena de inspiración divina actúa en nosotros, “la musa inspira a los poetas, éstos comunican a otros su entusiasmo, y se forman una cadena de inspirados”[5]. Las musas son capaces de inspirar toda clase de poesía, entonces la cadena que tanto nos habla Sócrates se distribuye de la siguiente manera: La fuerza que sirve como fuente son los dioses, el primer anillo sería el poeta, el segundo anillo los rapsodas o intérpretes y el último eslabón pertenece a los oyentes.

Cuando los rapsodas son atraídos por un poeta en particular no es culpa de él, es la fuerza ineludible de aquella cadena de inspiración que tiene su eje en un ente divino y no se puede hacer nada para evitar ser atrapados por esta cadena.

¿Será cierto aquello? Pues la respuesta es si. Como nos dice Walter Garay en uno de sus versos:

“Borges, como puedo hacer para escribir con esa fina

exaltación creadora que ilumino mi camino

al mundo de la poesía.

Dime, candoroso poema que llevo en mi corazón indócil

acaricia hoy tu inspiración divina”.[6]

Ningún poeta cuando crea, lo hace desmotivado; al contrario, existe en él un fuego que lo lleva a que toda esa energía existente en su interior sea expulsada al mundo exterior y se vea plasmada en sus versos.

Tomando el ejemplo anterior, cuando estamos enamorados y leemos un poema de amor, no es en virtud del arte que nos gusta, sino es que aquella cadena se ha apoderado de nosotros y estamos siendo parte de ella. Somos esos inspirados del que tanto Sócrates ha hablado. De igual manera cuando iluminados por aquellas fuerza empezamos a escribir poemas, no lo hacemos sabiendo que palabras vamos a utilizar si no que entendemos que la poesía es “expresar los sentimientos al máximo, hacer que la corriente de sentimientos se apodere de nuestro corazón, haciendo que poco a poco nuestra mano se vuelva mas rápida y haga que las palabras no seas palabras, sean sentimientos y hagamos sentir a quien las lee el sentimiento que trasmitimos mediante el papel”[7].

La inspiración divina hace que entremos en euforia y se apodera tanto del cuerpo del poeta, rapsoda y oyente,

envolviéndonos en su entraña.

Así es el caso particular del poeta ya que estos “no están con la sangre fría cuando componen sus preciosas odas, sino que desde el momento en que toman el tono de la armonía y el ritmo, entran en furor, y se ven arrastrados por un entusiasmo...”[8], de la misma manera cuando el rapsoda interpreta algún poema de su autor preferido, lo hace ya no dominado por la razón si no por el sentimiento, es el poeta quien se ha apoderado de él, este “ser alado, ligero y sagrado” toma posesión del cuerpo del intérprete. Cuando el rapsoda interpreta se imagina estar presente en las acciones que recita, no es ajeno a las palabras del poeta, se siente parte de ello.

En el caso del oyente, sucede algo similar, ya que las palabras producidas por el intérprete hacen que se transporte a aquellos lugares mencionados en los versos y sienta los mismos sentimientos; que sintió en un primer momento el poeta, luego el rapsoda para finalmente sentirlo el.

La inspiración divina se torna más real que nunca. Es esa misma inspiración la que ha llevado a través del tiempo a explorar aquellos horizontes desconocidos, ya que mediante la poesía se puede imaginar lugares inexistentes y a la vez reflejar la más cruda realidad.

Respondiendo entonces a las preguntas planteadas al principio de este ensayo acerca de cuál es el fin de la poesía no nos queda más que afirmar que el fin que todos los poetas es buscar a través de ella la inmortalidad, algo que solo se puede lograr mediante la ayuda de la inspiración divina. La poesía entonces debe ser entendida como producto de la inspiración divina.

Para concluir debemos concebir a la poesía como aquella nave que nos transporta a lo desconocido, aquella que solo se puede explicar mediante un juego de palabras, que no son solo palabras; son sentimientos transformados, emociones vividas o por vivir. El poeta es aquel ser privilegiado tocado por un ente divino, guiado por una musa, la musa de su inspiración; que lo acompañara a lo largo de su delirio creativo y cuyo resultado será alcanzar la inmortalidad, la inmortalidad a través de su poema; el cual será recordado por las generaciones posteriores.

La poesía es la más sublime creación del hombre por medio de la inspiración divina.



[2] Estrofa de la poesía de Bécquer: Pupila azul. http://www.euroresidentes.com/Poemas/pupila.htm 29/10/09 - 19:56

[3] Rapsoda era un recitador o pregonero ambulante que cantaba poemas homéricos.

[4] Ion o sobre la poesía- edición electrónica de www.philosophia.cl Escuela de filosofía ARCIS -Pág. 2.

[5] Ion o sobre la poesía- edición electrónica de www.philosophia.cl Escuela de filosofía ARCIS -Pág. 6

[6] Walter Hugo Garay Polanco: Inspiración divina. Pagina electrónica http://www.minusval2000.com/literatura/poemas/inspiracion_divina.html 28/10/09 - 16:17

[7] Daniel Reni Anzola http://poesi.as/pcdanren03.htm 26/10/09 – 18:23

[8] Ion o sobre la poesía- edición electrónica de www.philosophia.cl Escuela de filosofía ARCIS -Pág. 6

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